Los sobrinos de García Lorca, más conocidos como «La familia» están consiguiendo poner el foco sobre ellos, sobre su actitud, de gran parte de los españoles. Sus resistencias a exhumar los restos del poeta son extrañas de entender y el perjuicio que con ellas están causando a sus compañeros de fosa aún más difíciles. De ahí a que se disparen los rumores sobre los motivos íntimos, los que no se pueden explicar en la radio, los que pertenecen a ese antro oscuro que son todas las familias, va sólo un paso, un corto, breve y sencillo paso. Los amigos de la teoría conspirativa crecen y alientan la posibilidad que Lorca no esté en esa fosa, no porque nunca estuviera, sino porque tras su muerte alguien lo exhumó y lo llevó a un sitio más honroso. Verosímil. Posible y si fuera verdad, y si la familia lo supiera, difícil de perdonar.