Procesión mínima con dos pasos y muy buena comida que se acompaña estupendamente de sidra natural tirada con maestría por una camarera sudamericana que no parece haber sucumbido a la imposibilidad de la integración.
Demasiadas esculturas con personajes literarios. La visita obligada a San Miguel de Lillo y Santa María del Naranco que te permite no sólo contemplar dos edificios prerrománicos singulares, sino Oviedo desde el aire, remata un paseo por Asturias agradable.