Casi doscientos indios han muerto en un atentado similar al ocurrido en Madrid el 11M. Es posible que el PP pida explicaciones sobre la implicación de ETA en los hechos dadas las similitudes. De la publicidad gratuita se encargará Pedro Jota ahora que ya está más contento con su piscina instalada en terreno público y «regularizada» por la muy vehemente ministra de medio ambiente. Decía Jorge Drexler en su canción que todo estaba unido, todo era una cadena y pudiera ser que fuera verdad, lo malo son los muertos que a mi me parece que siempre son los mismos que mueren una y otra vez. Son muertos oficiales, muertos rituales, el tributo de las poblaciones, de los pobladores (que hermosa palabra) que desde Guernika hasta hoy son el blanco del conflicto, la sal, el intercambio. Siempre tengo la misma sensación al conocer una noticia así, que el muerto soy yo y que la lágrima que me rueda por la mejilla es la de mi amada, la de mis hijos que me lloran y luego la rabia, el llanto y la rabia caminan de la mano, se abrazan, se mezclan y duelen en la garganta.
Encontré a mi amada entre los trigales verdes
la abracé
y nos hicimos uno tantas veces.
Perdí a mi amada en la noche
y la busco silente por los campos
las alegres alquerías
los pastizales.
¿Dónde estará mi amada que en mi pecho descansaba?
La noche me la robó
el túnel infecto
el estallido cobarde
Encontré a mi amada entre los trigales verdes
la abracé
y nos hicimos uno tantas veces.
Perdí a mi amada en la noche
y la busco silente por los campos
las alegres alquerías
los pastizales.
¿Dónde estará mi amada que en mi pecho descansaba?
La noche me la robó
el túnel infecto
el estallido cobarde
Dice también Jorge Drexler, que nada se pierde, todo se transforma… Son palabras que alivian, que dejan un lugar a la esperanza de quien pierde algo insustituible. Pero, cuando lo que se pierde son vidas humanas y, esa pérdida, ese montón de pérdidas, se transforman en argumentos para que los impresentables de siempre se carguen de argumentos… eso, sólo deja hueco para el desaliento, la descreencia y la sensación de que ninguna de esas muertes, al final, sirve para nada. Sólo para dejar una ausencia enorme e incomprensible en el hombro del que amó, en los ojos de quien miró, en la mesa de quien compartió, en la cama donde, quien ya no está, durmió. Gracias por la poesía y por el espacio para compartir tanto dolor. Un beso muy fuerte.
Os dejo un poema de Angel Gonzalez. Un beso muy grande a todos.
Ciudad Cero
Una revolución.
Luego una guerra.
En aquellos dos años -que eran
la quinta parte de toda mi vida-,
yo había experimentado sensaciones distintas.
Imaginé más tarde
lo que es la lucha en calidad de hombre.
Pero como tal niño,
la guerra, para mí, era tan sólo:
suspensión de las clases escolares,
Isabelita en bragas en el sótano,
cementerios de coches, pisos
abandonados, hambre indefinible,
sangre descubierta
en la tierra o las losas de la calle,
un terror que duraba
lo que el frágil rumor de los cristales
después de la explosión,
y el casi incomprensible
dolor de los adultos,
sus lágrimas, su miedo,
su ira sofocada,
que, por algún resquicio,
entraban en mi alma
para desvanecerse luego, pronto,
ante uno de los muchos
prodigios cotidianos: el hallazgo
de una bala aún caliente
el incendio
de un edificio próximo,
los restos de un saqueo
-papeles y retratos
en medio de la calle…
Todo pasó,
todo es borroso ahora, todo
menos eso que apenas percibía
en aquel tiempo
y que, años más tarde,
resurgió en mi interior, ya para siempre:
este miedo difuso,
esta ira repentina,
estas imprevisibles
y verdaderas ganas de llorar.
Un beso muy grande a todos.